¿España es el norte, es el centro o es el sur? Hace dos, tres siglos, cualquiera se podía preguntar, incluso, si era también los territorios transatlánticos.
Para poner un principio a la historia, los expertos han acordado dar la fecha 1808 como el comienzo de la construcción de la identidad española. Una fecha, significativa puesto que coincide con la llamada "Guerra de la Independencia", hecho histórico, por el que se considera, que los españoles cerraron filas en torno a la "nación". Todavía más un sentimiento que una realidad porque el concepto nación, utilizado en esos momentos, estaba más cerca a un patriotismo étnico que de un hecho.
Ese patriotismo étnico, dice Álvarez Junco en su obra Mater Dolorosa, no es aún nacionalismo porque falta una conexión con el poder estatal. De esta forma entiendo que es un sentir que conecta con la teoría del pueblo como unidad biológica y a partir de ella, se crea una sensibilidad y carácter común: lo español.
La versión de algunos historiadores es que el origen del nacionalismo no está exactamente en la Guerra de la Independencia, pero sí que es el acontecimiento histórico que la versión nacionalista romántica de mitad del siglo XIX hizo oficial cuando Europa se presentaba por naciones unificadas tanto territorial como culturalmente. De ahí, mi opinión: las naciones son un invento cultural y no un ente natural.
¿Habría nación sin una previo proyecto estatal?, es difícil que sea un desarrollo espontáneo, pienso que el hombre no nace con esos sentimientos aunque sí, que se aprecia un posicionamiento único, más o menos innatos, en cuanto el país se ve amenazado por extraños, foráneos o extranjeros.
¿No fue eso la Guerra de 1808? Me parece una buena prueba de ello que, en este conflicto, según leo en Mater Dolorosa, se escuchaban más gritos xenófobos contra los franceses que "¡Viva España!".
Salvador Viniegra: Promulgación de la Constitución 1812. |
A la hora de hacer historiografía hay que partir de algo y llegar a acuerdos para contarla. La historia que se escribía en "auge romántico" del siglo XIX estaba más basada en mitos que en documentos. Es la versión que hace que pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejo: "Éramos tan felices", decía Michi Panero -más tarde reconoció que ni lo eran, ni lo son, ni lo serían-.
Simplificando, aceptamos la Guerra de la Independencia como principio de la construcción de la identidad nacional. Es curioso: España se presenta en la historia como el país que siempre ha tenido que luchar contra una fuerza extranjera con intenciones soberanas. Primero fueron los musulmanes, luego los franceses y, por último, en la Guerra Civil las ideas foráneas que habían calado tanto en un bando como en otro. Es para pensar sobre ello.
En la construcción identitaria entra en juego el arte. El siglo XIX es el del nacimiento de la pintura de historia nacional, que se expuso hace unos años en la ampliación de Moneo del Museo del Prado. Hasta este siglo la historia, no religiosa, no tenía ningún interés para las Bellas Artes. Es en 1856, cuando se celebra la Primera Exposición Nacional y el género histórico-nacional se ha hecho con todo el protagonismo, el momento de arranque para ese tipo de pintura. La primera medalla en esta Exposición Nacional fue para Luis Madrazo por el cuadro Don Pelayo en Covadonga.
A este nombre y esta obra se suma el de Francisco Padilla y el lienzo Doña Juana "la loca"
Fco Padilla. Doña Juana La Loca. 1877 |
Esta anciana mujer se propuso llevar el cadáver de su amadísimo Felipe "el Hermoso" desde Burgos hasta Granada, para enterrarlo en la capilla real de la catedral con su madre, la reina Isabel "la Católica". Lo equiparaba así, a un rey de Castilla (que lo fue, rey consorte, pero por poco tiempo y más por título que otra cosa). A parte, del tema histórico medieval que era un elemento de la pintura del XIX, el asunto del amor incondicional y romántico por excelencia, debido a la muerte prematura de uno de los dos, era algo común en la pintura de este siglo.
José Madrado: La muerte de Viriato. 1814 |
José Casado del Alisal: La Redincición de Bailen. 1864 |