miércoles, 1 de febrero de 2012

Con Leonardo todo es sorpresa, noticia y éxito



Al conocer la noticia, inmediatamente he pensado, este día pasará a la Historiografía del Arte como el "Día Mundial en el que el Museo de El Prado descubrió una copia de la Gioconda coetánea a la original". 
http://www.hoyesarte.com/museos-de-arte/protagonistas/11024-el-prado-descubre-una-copia-de-la-gioconda.html


Sin duda, es una gran descubrimiento para el arte pero es aún más, un logro para los investigadores que han estado trabajando en esta obra de arte. ¡Enhorabuena por su dedicación y aportación al progreso del arte!


Siempre he sabido de la magnitud que pueden alcanzar los asuntos relacionados con Da Vinci, sus exposiciones son un éxito porque no sólo atraen a un público especializado sino también a los profanos en arte: es una figura polifacética muy apetecible para el visitante. Personalmente, hace poco descubrí otro gusto y destreza del maestro del Renacimiento: la cocina. 


Su Codex Romanoff es una recopilación de recetas y "electrodomésticos" de la época que reflejan la cultura culinaria y el protocolo que se seguía en los palacios de los gobernadores italianos. En concreto, Leonardo habla de la corte de Ludovico Sforza en Milán. Aquí va uno de los pasajes más interesantes e insólitos en cuanto a costumbres del siglo XVI en la mesa...


  De los modales en la mesa de mi señor Ludovico y sus invitados:  La costumbre de mi señor de amarrar conejos adornados con cintas a las sillas de los convidados a su mesa, de manera que puedan limpiarse las manos impregnadas de grasa sobre los lomos de las bestias, se me antoja impropia del tiempo y la época que vivimos. Además, cuando se recogen las bestias tras el banquete y se llevan al lavadero, su hedor impregna las demás ropas con las que se los lava.  Tampoco apruebo la costumbre de mi señor de limpiar su cuchillo en los faldones de sus vecinos de mesa. ¿Por qué no puede, como las demás personas de su corte, limpiarlo en el mantel dispuesto con ese propósito? 


Estamos de acuerdo con él, esos modales son impropios. Sin embargo, por lo que nos cuenta a continuación en otro texto del Codex Romanoff , esas maneras debían de ser habituales porque ojo a todas las restrinciones que debe poner: 


   De las conductas indecorosas en la mesa de mi señor:  Estos son hábitos indecorosos que un invitado a la mesa de mi señor no debe cultivar ( y baso esta relación en mis observaciones de aquellos que frecuentaron la mesa de mi señor durante el pasado año):  Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado. Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa. Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento. No debe poner la cabeza sobre el plato para comer. No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento. No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.  No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa. Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa. No ha de limpiar su armadura en la mesa. No ha de tomar la comida de la mesa y ponerla en su bolso o faltriquera para comerla más tarde. No ha de morder la fruta mordida a esa misma fuente. No ha de escupir frente a él. Ni tampoco de lado. No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa. No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos. No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles. NO ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está conversando. No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa ( a menos que mi señor así lo pida). Noha de dejar sueltas sus aves en la mesa. Ni tampoco serpientes ni escarabajos. No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa ( a menos que mi señor así lo requiera) . No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama. No ha de conspirar en la mesa ( a menos que lo haga con mi señor). No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos. Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa. No ha de golpear a los sirvientes ( a menos que sea en defensa propia). Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa. 


   Estos son algunos ejemplos de lo que podemos encontrar en este tratado, por supuesto, hay recetas: 
  •     Sopa de almendras: Habéis de hervir algunos nabos tiernos en una mamita en la que habréis puesto la cabeza cocida de una oveja; a continuación, aplastadlos con sal, pimienta y semillas de comino; mezclad con ellos un huevo para ligar esta mezcla y con ella formad bolas y otras formas que cubriréis con migas de pan; en el centro de cada una de estas bolas y formas colocaréis un testículo tierno de cordero cocido. Pondréis todo ello en la marmita con aceite hasta que observéis que se torna duro y de color marrón, y entonces lo serviréis. No conozco la razón por la que este renombrado plato de Milán es conocido como sopa de almendras. 
    
 ¿Y qué podemos decir después de esto? 
Que Leonardo Da Vinci era un visionario, un hombre
con una gran inteligencia e ingenio y con cualidades
destreza en prácticamente todas las áreas. (Hizo algún diseño para bolsos de mano).
Un inventor, una figura que nos dejó el Renacimiento y que, últimamente, la estamos explotando hasta el infinito. 
Si no estás a la última en Leonardo, eres un inculto. 

Por cierto, Da Vinci está expuesto en una de las Salas de Arte del Canal en Madrid; ahora compartiendo protagonismo con los grabados de mujeres de Picasso. 






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