jueves, 30 de julio de 2015

Enfoques mudos


Como "fotografía humanista". Así se cataloga la fotografía cuyo enfoque y protagonismo lo tienen las personas, aquellas en cuyos rostros y cuerpos se puede observar algo más que unos rasgos y una fisionomía. Éstos aparecen hablar más de personajes que de personas. Mirándoles se convierten en actores y actrices de teatros, muchos de tragedia de Eurípides, mostrando todo su arraigo a la tierra y fervor a las tradiciones más oscurantistas que, por otra parte, son las que preservan el halo mágico de las culturas. Sin la magia de lo primitivo y la superstición, difícilmente se podrían escribir e inmortalizar apasionantes historias vitales. 

Inevitablemente, las imágenes en las que pienso son las de Cristina García Rodero, en concreto, en las que conforman su exposición "La España oculta", donde recoge el trabajo de más de veinte años (1974-1989) dedicada al espionaje y análisis de los aspectos más primarios de la sociedad española. Primarios en un sentido estético y escénico; antropológicos en un sentido natural y vital porque el imaginario se construye mediante bailes, fiestas populares, folclore, actos sociales y religiosos, cotidianidad y alguna circunstancia extraordinaria acaecida en el mundo rural donde los peligros, o bien, pueden ser graves y en continuo acecho, o bien, pueden ser algo tan nimio como que caiga sobre la cabeza la mosca que sobrevuela bajo la sombra de un olivo.

Aprecio "La España oculta" como la España más esclarecedora, pues el foco y el objetivo de la cámara se centra precisamente en lo escondido, de forma que inmediatamente lo revela, al menos, en lo superficial. Dejando al descubierto prácticas, actos, formas, gestos, convivencias y relaciones humanas que, en momentos, se pensaron extinguidas ya a finales de los setenta y, aún más, en los ochenta. Por el contrario, no lo estaban y España resistía a la mesura para hacer honor a su histórica clasificación "ultra". Sin embargo, quedan desveladas, así como ocurrió con la identidad del amante nocturno de Psique. La diferencia es que éste, Eros, fue enfocado por la luz cálida de un candil quedando su rostro y su cuerpo aún un tanto velado por las sombras de una iluminación íntima; las personas de García Rodero son enfocadas por la luz artificial de un flash que no da lugar a la ambigüedad formal: lo que se ve es lo que es, como la luz cenital que cae y alumbra toda la escena y no permite la creación de sombras. Pero, al mismo tiempo, aprecio "La España oculta" como la España menos penetrable, pues la característica técnica y formal no anula el componente simbólico ya que éste no reside ahí, sino en las propias personas enfocadas. Entonces, no consigue despejar incógnitas sobre esas vidas cuyos ojos, vestimentas, gestos y acciones expresan más de lo que desvela. Así bien, siempre permanecerán vivos, pues por muchas veces que se miren nunca hablarán abiertamente, no dirán muchas palabras seguidas y siempre quedará la casi certeza de que lo que verdaderamente llevan dentro nunca será revelado. Un secreto intensamente celado. El mejor guardado. Silente. 

"La Confesión", 1980

"La tarde", 1978

"La Maya", 1980


"En las eras", 1988

"El exvoto", 1978

"La cuadrilla", 1978

"El ofertorio", 1979

"El alma dormida", 1981
"El travestí", 1987
"La pastora", 1981

"A las once en el Salvador", 1982