martes, 3 de abril de 2012

El arte de la imaginería religiosa: país sublime.


Si por algo se caracteriza la escultura española del Barroco es, sin duda, por las tallas de madera policromada, que están colocadas en los retablos o se independizan, creando los pasos procesionales. 
Durante estos días salen a la calle y España revive su condición de país devoto y penitente. Esa "España Negra" cuya atmósfera, los pintores de finales de siglo XIX -principios del siglo XX, elevaban a arte. 

Procesión en Toledo, José Gutierrez Solana

El olor a la cera de las velas y la luz cálida que desprenden, hacen que se conviertan en pinturas sensoriales y llenas de acción porque la luz no es homogénea, es una luz de foco con lo cual, implica drama ("acción" en griego) : lo que alumbra la vela se ve, lo que no se queda a oscuras. Paradojicamente, la luz se convierte en sombra. 
Solana adoptaba un tono y un enfoque del que luego harían dogma los surrealistas: lo cotidiano se vuelve perverso. 

Cristo de la Sangre, Ignacio Zuloaga 1911. 



Ignacio Zuloaga es otro pintor de fin de siglo que va por la línea de Solana. 


Este Cristo de la Sangre es la representación pictórica de los Cristos del escultor Gregorio Fernández, el máximo exponente de la escultura barroca del siglo XVII en Castilla, en concreto, en Valladolid.  El paso procesional Jesús sepultado es tan cruento como este Cristo cuya característica va en el nombre: Cristo de la sangre. 

Estas dos pinturas son sólo un mínimo ejemplo del calado de la tradición religiosa de Semana Santa en el arte español que se vuelve condición definidora de nuestro país y buena parte de nuestras costumbres. Porque es curioso: son más abundantes las representaciones de la Pasión que las de la Natividad o la Epifanía. 
España se quedó con la parte penitente, sufridora y dolorosa de la religión católica y  se tiñe de morado durante la Cuaresma y luego de rojo durante los días de Pasión. El blanco viene con  el Domingo de Resurrección , una de las fiestas más importantes de nuestra fe: Cristo ha vencido a la muerte. 

Esta característica penitente nos valió el adjetivo de país sublime. 

Las tallas estaban pensadas y destinadas a la devoción y a la enseñanza de las escenas de los Evangelios. Muy a grandes rasgos, hay dos escuelas fundamentales: la castellana, austera y realista, con Gregorio Fernández a la cabeza y la andaluza: idealizada y clásica con Juan Martínez Montañés como máximo representante. 

Durante la JMJ de Madrid, buena parte de esas tallas se pudieron ver en la capital y con ellas se realizó el Via Crucis . Éstas eran:

  •    La última de cena, de Francisco Salzillo ( 1763). En Murcia.
  •    El beso de Judas, Antonio Castillo Lastrucci ( 1961) Málaga.  (Es estas dos escenas, a Judas se le representa de pelo moreno y barba. En la Última Cena puede aparecer con una bolsa de monedas, haciendo alusión a las treinta monedas de la traición o a que era el administrador de los doce Apóstoles)  
  •      Negación de San Pedro, Federico Coullaut-Varela (1947)Orihuela, Alicante.
  •   Jesús sentenciado a muerte,  Anónimo, siglo XVII. Madrid. (Imagen del Cristo de Medinaceli)
  • Jesús cargado con la Cruz, . José R. Fernández-Andrés ( 1942). Madrid (imagen de Jesús del Gran Poder)
  • Jesús cae sobre el peso de la Cruz, Mariano Benllure y Gil (1942) Úbeda, Jaén
  •  El cirineo ayuda a llevar la Cruz, anónimo siglo XVII. En León.
  •  La Verónica enjuga el rostro de Jesús, Francisco Pinto (1976). Jerez de la Frontera. (Este episodio no se encuentra en los Evangelios Canónicos. Milagrosamente, en ese paño o lienzo con el que la Verónica le enjuga el rostro, se queda grabada la imagen de Jesús. Es lo que se conoce como El Santo Rostro. “Verónica” significa “imagen verdadera”)
  •   Jesús despojado de sus vestiduras, Manuel Ramos Corona (1989) Granada
  •   Jesús clavado en la Cruz,  Ramón Álvarez 1884. Zamora.
  •  Jesús muere en la Cruz,  Francisco Palma Burgos, 1942. Málaga (conocido como Cristo de la Buena Muerte, el de los Legionarios o el de Mena porque es una recuperación de la talla del Cristo de Pedro de Mena, siglo XVII
  •   El Descendimiento, Luis Marcos Pérez, 1946. Cuenca.
  • Jesús en brazos de su madre, Gregorio Fernández, 1625 . Valladolid.
  •  El cadáver de Jesús sepultado, Gregorio Fernández , siglo XVII. Segovia.
  •   La soledad de la Virgen, Atribuída a Luisa Roldán, la Roldana, siglo XVII. Sevilla. (representada por la Virgen de Regla)


Algunas cuestiones iconográficas: 
El Cristo de los Legionarios  así como El Cristo de la Luz , realizado por Gregorio Fernández en 1641 (Valladolid) son Cristos que están muertos porque tienen la lanzada. 
El de Gregorio Fernández tiene una de las lanzadas más  cruentas y desgarradoras de la imaginería… Ambos están crucificados con tres clavos, siguiendo la tradición gótica.  

Cristo de la luz, Gregorio Fernández. 1641



















En Sevilla, el escultor más significativo es Juan Martínez Montañés, su obra más importante es el Cristo de la Clemencia, que se encuentra en  la catedral de Sevilla.

Cristo de la Clemencia, Juan Martínez Montañés, 1603 .
En la Catedral de Sevilla. 


 Es un  Cristo vivo porque aún no ha recibido la lanzada. Está crucificado con cuatro clavos, siguiendo la iconografía clásica que defendía  Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez. 

De ahí que los Cristos Crucificados de Velázquez  sean de cuatro clavos. Como dato: el de Goya también tiene cuatro clavos.


Cristo Crucificado muerto, Velázquez. 1632.











Cristo crucificado, Goya. 1780.














En cuanto a la forma de representar la Crucifixión:  los clavos de las manos Jesús  se colocan  en el centro  pero eso no se corresponde con la realidad. Si eso hubiera sido así, se hubiera rajado  la mano. De forma que los clavos de la crucifixión, históricamente, se colocaban encima de la muñeca. Sin embargo, a la hora de representar, por cuestiones estéticas, se ponen en la palma de la mano para que éstas no queden colgando.  

No cabe duda de que ante estas imágenes, nadie queda indiferente.

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